lunes, 12 de marzo de 2007

Plasticidad neuronal y como actua en los niños

Se entiende por plasticidad neuronal a la capacidad de las células del sistema nervioso para regenerarse anatómica y funcionalmente y así reorganizar y modificar funciones, adaptándose a los cambios externos e internos. Es propia de las células cerebrales, permite la reparación de circuitos, integrando por diversos mecanismos otras áreas corticales para realizar funciones modificadas y responde a diversas afecciones o influencias patológicas ambientales o del desarrollo, que incluye varias enfermedades, en este caso se trataran las relacionadas con el lenguaje.1
El
sistema nervioso central produce respuestas más complejas, en cuanto los estímulos ambientales son más exigentes. Para ello el cerebro tiene una reserva numérica de neuronas considerable para modular estas respuestas necesita una intrincada red de circuitos neuronales que conectan sus principales áreas sensoriales y motoras, es decir, grandes concentraciones de neuronas capaces de almacenar, interpretar y emitir respuestas eficientes ante cualquier estímulo, teniendo la capacidad de acuerdo a nuevas entradas de información, de reajustar sus conexiones sinápticas y generar nuevos aprendizajes.
La plasticidad es, por tanto, la
propiedad que permite que factores genéticos, neuroquimicos sean invadidos, corregidos, rectificados desde la intervención clínica y farmacológica por la experiencia vital de cada individuo. Esta propiedad, sin embargo, tiene unos límites que están impuestos, en condiciones normales, por la propia naturaleza del sistema nervioso, y en condiciones patológicas, por el grado, la naturaleza y la extensión de la lesión que haya padecido.2.
La capacidad del cerebro para adaptarse ante una lesión y compensar los efectos aunque sólo sea de forma parcial, es mayor en el cerebro inmaduro que en el del adulto, ya que en los niños, las
estructuras nerviosas en los primeros años de vida se encuentran en un proceso madurativo en el que continuamente se establecen nuevas conexiones sinápticas y tiene lugar la mielinización creciente de sus estructuras, de modo que en respuesta a los estímulos procedentes de la experiencia, y mediante procesos bioquímicos internos, va conformándose el cerebro del niño. Durante este tiempo, y por dicho periodo crítico, los circuitos de la corteza cerebral poseen gran capacidad de plasticidad y la ausencia de un adecuado aporte de estímulos y experiencias tiene importantes consecuencias funcionales futuras Ejemplos prácticos de este período ventana para la plasticidad cerebral nos lo dan la ambliopía, el aprendizaje de una segunda lengua y la adquisición más rápida de Braille en los niños ciegos congénitos o afectados por su ceguera en etapas tempranas.3
La plasticidad del cerebro puede observarse en niños que sufren una forma muy grave de epilepsia que es tratable únicamente eliminando la mitad de su cerebro, pueden aprender a caminar, hablar, lanzar pelotas y desarrollarse con normalidad con sólo la mitad del cerebro, si se les opera a corta edad 4. En otras
investigaciones Se ha demostrado ampliamente la eficacia de la intervención temprana en niños con necesidades especiales en diversos ámbitos: motor, lingüístico, cognitivo,.



Los estudios neurobiológicos que aportan datos sobre las áreas correspondientes al lenguaje y su configuración en un momento determinado del neurodesarrollo nos han permitido ir conociendo y entendiendo cada vez mejor la función del lenguaje y su comportamiento tras la lesión. Sabemos que niños de 4 años de edad tienen muy bien localizada la representación del lenguaje, en el hemisferio izquierdo, prácticamente igual que en el adulto. Sin embargo, la corteza cerebral involucrada en las funciones lingüísticas también es sensible a la experiencia, de forma que los locus relacionados con los procesos de lenguaje no son estables en el tiempo –incluso en el adulto–, y se expanden o contraen según la experiencia y las necesidades. Inicialmente ocupan áreas más amplias en el córtex perisilviano, que van concentrándose conforme se alcanza la competencia en el lenguaje, en base a una mayor complejidad y nivel de especialización, de forma que las áreas periféricas que originariamente se relacionaron con el lenguaje retienen esta habilidad como capacidad secundaria latente, capaz de suplir o completar la función lingüística en caso de lesión del área primaria.
A este respecto, son interesantes los estudios sobre lateralización cerebral llevados a cabo en niños afásicos. Inicialmente, y en condiciones fisiológicas, la especialización del lenguaje en un hemisferio u otro es igual de buena y tras una lesión puede establecerse en el lado contralateral, con mayor facilidad en el niño que en el adulto. Mediante la obtención de
mapas funcionales cerebrales durante la realización de tareas lingüísticas, la demostración de cómo es posible la transferencia de las funciones del lenguaje al hemisferio derecho cuando los circuitos de lenguaje, clásicamente localizados en el hemisferio izquierdo, se han dañado durante la etapa prenatal.10Con la maduración cerebral, el lenguaje va estableciéndose gradualmente en el hemisferio izquierdo, hasta que en la pubertad se alcanza el modelo adulto de lateralización. Si en algún momento tiene lugar una lesión en el hemisferio izquierdo, la cronología de la lesión –la edad del niño cuando tiene lugar el daño– es la que marca el pronóstico futuro, tanto en cuanto a función del lenguaje como a alteraciones neuropsicológicas


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